noviembre 14, 2011

E007 [Final]


Hacía meses que no veía un periódico. Llegué a pensar que ya no los imprimían. Ahora pienso que solo era porque me tenían aislado del mundo real. En la primera plana encontré un encabezado “Un giro a la autoridad. El bloque del occidente ahora domina la ígnea, un imperio sangriento”, seguido de eso fotografías, cifras de muertes, mutilaciones, secuestros, experimentos humanos, torturas. Todo lo malo que se había visto el mundo ahora parecía peor. Había surgido un cambio en el poder, ahora el bloque occidental estaba al mando, ellos siempre se habían caracterizado por ser sanguinarios y conseguir lo que querían sin importar el daño que causaban.
Mientras hojeaba el periódico me encontré con una fotografía. La había visto antes en los papeles que me habían entregado, la misma imagen. Con eso todo me quedaba muy claro, ahora yo estaba trabajando el bloque de occidente. Por un momento me sentí muy mal al saber que yo estaba contribuyendo a esas atrocidades, esos crímenes que no tenían justificación.
Sabía que la información proporcionada había sido clave para sus experimentos y muchas cosas más, sin embargo, ¿qué podía hacer sino me dejaron opción? ¿Qué podía hacer si era la única forma en la que yo podía salir de esas minas? Por un momento pensé; tan egoísta podía ser que prefería salvar mi vida a evitar muchas atrocidades. Preferí quedar yo aunque eso costara más vidas. Al final soy humano y siempre veré primero por mi bienestar.
Ahora no sabía qué hacer o decir. Tantas familias destruidas, niños que no tuvieron la oportunidad de vivir, madres separadas de sus pequeños, tantas atrocidades de las que yo era cómplice.
Después de mucho analizarlo decidí llamar al hombre. Toqué tres veces la puerta. De inmediato abrió, – ¿ya estás listo? haz visto todo lo que está pasando ¿estás contento? ¿Era esto lo que querías? – con la voz entrecortada solo le dije: no. El hombre acercó una silla, se sentó y encendió un cigarrillo – ¿fumas? – me dijo mientras extendía su brazo con un cigarrillo en ella. En realidad nunca había fumado, tomé el cigarrillo lo encendí y le di una fumada antes de  comenzar a hablar.
Comencé –Hace algunos meses me contacto un hombre. Trato de convencerme de vender información pero me negué– Apenas había terminado de hablar cuando el hombre se levantó y me golpeó tan fuerte que quede tirado en el piso puso su pie en mi cuello y replicó –no quiero lastimarte de nuevo, sabemos muy bien que has estado filtrando información, lo único que quiero que me digas es a quién y dónde puedo encontrarlo. No tienes ni idea de lo que has hecho y que pasara después de esto. Haz puesto en manos equivocadas un arma muy valiosa y poderosa. Haz dado una cura para aquellos que enfermaron por gusto–.
Las palabras de ese hombre no eran de todo claras para mí. No sabía a qué se refería. Bueno, sabía que se refería a la enfermedad de la marca, pero lo demás no lo entendía con claridad. Sí, yo les di una cura pero…
Mis pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte golpe en el costado. Quedé sin aire por varios segundos sentí que me había fracturado una costilla o tal vez dos, el dolor empeoraba si trataba de moverme y solo me quedé en posición fetal – ¿estás seguro que es lo único que quieres decir? Aún tengo mucho tiempo y puedo quedarme a hacerte compañía– comentó.
Respondí – ¿Por qué hacen esto? Ustedes son los que han causado tanta destrucción ¿por qué les interesa tanto que yo haya filtrado información? Lo que ustedes querían lo han conseguido. Destruir todo cuanto puedan– El hombre me miró con cierta pena, como cuando miras a aquellas personas que les falta un brazo o una pierna. A lo que él respondió – ¿qué te hace pensar eso? ¿por qué crees que nosotros hemos causado esa destrucción? Te trajimos a trabajar aquí para evitar que los del bloque de occidente te contactaran. Tu información es muy valiosa y por supuesto sabíamos nos estabas ocultando información y eso nos pareció sensato creímos que solo la ocultabas no que la vendías– Después de eso me propino otro golpe. Esta vez me hizo escupir sangre pero no era de la boca. Esta sangre la sentía venir desde el fondo, la sentía recorrer todo mi cuerpo.
Entre los golpes y lo que me decía el sujeto estaba completamente aturdido. No sabía lo que estaba pasando, no sabía quién tenía la razón y a quien debía creerle ni siquiera sabía con quién estaba en ese momento. Estaba en medio del fuego cruzado en una guerra y cualquier movimiento seria dañino solo tenía que descifrar cual dañaría menos.

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