Hacía meses que
no veía un periódico. Llegué a pensar que ya no los imprimían. Ahora pienso que
solo era porque me tenían aislado del mundo real. En la primera plana encontré un
encabezado “Un giro a la autoridad. El bloque del occidente ahora domina la
ígnea, un imperio sangriento”, seguido de eso fotografías, cifras de muertes,
mutilaciones, secuestros, experimentos humanos, torturas. Todo lo malo que se
había visto el mundo ahora parecía peor. Había surgido un cambio en el poder,
ahora el bloque occidental estaba al mando, ellos siempre se habían
caracterizado por ser sanguinarios y conseguir lo que querían sin importar el
daño que causaban.
Mientras hojeaba
el periódico me encontré con una fotografía. La había visto antes en los
papeles que me habían entregado, la misma imagen. Con eso todo me quedaba muy
claro, ahora yo estaba trabajando el bloque de occidente. Por un momento me
sentí muy mal al saber que yo estaba contribuyendo a esas atrocidades, esos
crímenes que no tenían justificación.
Sabía que la
información proporcionada había sido clave para sus experimentos y muchas cosas
más, sin embargo, ¿qué podía hacer sino me dejaron opción? ¿Qué podía hacer si
era la única forma en la que yo podía salir de esas minas? Por un momento pensé;
tan egoísta podía ser que prefería salvar mi vida a evitar muchas atrocidades. Preferí
quedar yo aunque eso costara más vidas. Al final soy humano y siempre veré primero
por mi bienestar.
Ahora no sabía qué
hacer o decir. Tantas familias destruidas, niños que no tuvieron la oportunidad
de vivir, madres separadas de sus pequeños, tantas atrocidades de las que yo
era cómplice.
Después de mucho
analizarlo decidí llamar al hombre. Toqué tres veces la puerta. De inmediato
abrió, – ¿ya estás listo? haz visto todo lo que está pasando ¿estás contento? ¿Era
esto lo que querías? – con la voz entrecortada solo le dije: no. El hombre
acercó una silla, se sentó y encendió un cigarrillo – ¿fumas? – me dijo
mientras extendía su brazo con un cigarrillo en ella. En realidad nunca había
fumado, tomé el cigarrillo lo encendí y le di una fumada antes de comenzar a hablar.
Comencé –Hace
algunos meses me contacto un hombre. Trato de convencerme de vender información
pero me negué– Apenas había terminado de hablar cuando el hombre se levantó y
me golpeó tan fuerte que quede tirado en el piso puso su pie en mi cuello y
replicó –no quiero lastimarte de nuevo, sabemos muy bien que has estado
filtrando información, lo único que quiero que me digas es a quién y dónde
puedo encontrarlo. No tienes ni idea de lo que has hecho y que pasara después
de esto. Haz puesto en manos equivocadas un arma muy valiosa y poderosa. Haz
dado una cura para aquellos que enfermaron por gusto–.
Las palabras de
ese hombre no eran de todo claras para mí. No sabía a qué se refería. Bueno, sabía
que se refería a la enfermedad de la marca, pero lo demás no lo entendía con
claridad. Sí, yo les di una cura pero…
Mis pensamientos
fueron interrumpidos por un fuerte golpe en el costado. Quedé sin aire por
varios segundos sentí que me había fracturado una costilla o tal vez dos, el
dolor empeoraba si trataba de moverme y solo me quedé en posición fetal – ¿estás
seguro que es lo único que quieres decir? Aún tengo mucho tiempo y puedo
quedarme a hacerte compañía– comentó.
Respondí – ¿Por
qué hacen esto? Ustedes son los que han causado tanta destrucción ¿por qué les
interesa tanto que yo haya filtrado información? Lo que ustedes querían lo han
conseguido. Destruir todo cuanto puedan– El hombre me miró con cierta pena,
como cuando miras a aquellas personas que les falta un brazo o una pierna. A lo
que él respondió – ¿qué te hace pensar eso? ¿por qué crees que nosotros hemos
causado esa destrucción? Te trajimos a trabajar aquí para evitar que los del
bloque de occidente te contactaran. Tu información es muy valiosa y por
supuesto sabíamos nos estabas ocultando información y eso nos pareció sensato creímos
que solo la ocultabas no que la vendías– Después de eso me propino otro golpe. Esta
vez me hizo escupir sangre pero no era de la boca. Esta sangre la sentía venir
desde el fondo, la sentía recorrer todo mi cuerpo.
Entre los golpes
y lo que me decía el sujeto estaba completamente aturdido. No sabía lo que
estaba pasando, no sabía quién tenía la razón y a quien debía creerle ni
siquiera sabía con quién estaba en ese momento. Estaba en medio del fuego
cruzado en una guerra y cualquier movimiento seria dañino solo tenía que descifrar
cual dañaría menos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario