octubre 31, 2011

E005 [Final]


Mientras leía los documentos me acerqué una silla, eran documentos que contenían información sobre la ígnea. Información que en manos equivocadas podría ser muy peligrosa. Era bien sabido que la ígnea tenia propiedades impresionantes incluso podía curar enfermedades pero también podía causar una destrucción inimaginable, peor que las bombas nucleares.
En las fotografías podían verse personas o por lo menos lo que alguna vez fueron personas; cuerpos mutilados, quemados, torturados, desfigurados, todos ellos experimentos con los cuales se comprobaban las propiedades de ese tan codiciado mineral. Apenas soporté verlas. Pequeños cuerpos de niños que ni siquiera habían tenido una oportunidad de vivir. Niños que habían sido creados en un laboratorio para experimentar e incrementar las ganancias de una compañía. ¿Cómo podían ser tan crueles? Al parecer todo esto lo habían hecho científicos y trabajadores de la compañía que me había reclutado, en realidad no tengo la seguridad de nada ni siquiera de mis convicciones. A pesar del impacto de aquellas fotografías decidí ignorarlas, no tenía nada que perder. Y si, era inhumano pero en estos tiempos ¿Qué ya no lo es?
Esa noche no pude dormir pero al cabo de una semana olvidé el incidente y continué mi vida creyendo que ya estaba todo olvidado.
El trabajo en la compañía era cada día más ficticio. Prácticamente ya solo trabajaba para satisfacer mis metas personales y a mis superiores solo les dejaba hallazgos menores, como cuando les mostré como utilizar la ígnea para curar aquella enfermedad que había sido una gran epidemia que había matado a miles y de la cual aún no se había encontrado una cura, con la ígnea preparé una emulsión algo viscosa que era insoportable al paladar pero podía curar sin duda alguna esa enfermedad, tomando este remedio incluso era posible que la enfermedad no dejara marca y que las personas siguieran con su vida normal.
Para ellos ese descubrimiento les generó ganancias millonarias y mientras a mi me dieron un reconocimiento en una cena donde estaban personajes muy importantes.
Ellos seguían creyendo que mi trabajo era de lo mejor pero no tenían ni idea de lo que estaba por venir.
Fue martes por la noche, escuché que tocaron la puerta y cuando me levanté solo encontré un sobre bajo la puerta con una nota que decía; “Te habrás olvidado de nosotros, mira lo que han hecho con tu familia, ¿seguirás ayudándoles?”. Seguido de eso me encuentro con unas imágenes que hasta el día de hoy no he podido sacar de mi mente, mi madre y mis hermanos muertos pero ¿de qué manera?, no podía ni siquiera mirarlos, a ellos yo los creía muertos o perdidos de tiempo atrás. Mi mente estaba tranquila pensando que en las capturas mis hermanos habían sido tomados como rehenes y trabajaban en las minas y que mi madre, como a los demás ancianos, simplemente le habían dado el tiro de gracia, pero esto no lo esperaba, la rabia me invadió por un momento tenía ganas de ir y matar a todas esas ratas asquerosas, después la tristeza me invadió. La culpa de haberlos dejado abandonados por tanto tiempo de haberme ido y nunca regresar. Tal vez si hubiera estado con ellos no hubiese pasado esto. Tantas cosas pasaban por mi mente, al final solo llore un poco. Desde niño no lloraba, ahora ya no tenía nada que perder ni nada que ganar. Buscar mi libertad ya ni siquiera era un aliciente para mí, no tenía nada allá afuera y el mundo era insoportable no había nada más para luchar. Los buenos tiempos de libertad habían terminado hace mucho tiempo y los hombres nos limitábamos a sobrevivir día con día y a trabajar para el fortalecimiento del bloque.
Después de meditarlo unos minutos decidí que trabajaría para ellos. Alternaría mi trabajo en la compañía con la venta clandestina de información, lo que ellos hacían tampoco estaba bien. En estos tiempos ya no hay buenos ni malos solo quería venganza.
No podía comunicarme con esa gente pues ni siquiera sabía en donde estaban así que ese mismo día en lugar de dormir preparé toda la información que ya tenía recopilada sobre la ígnea, información que nadie más poseía y que podía generar una catástrofe mundial peor que la que ya habíamos vivido. Todo lo metí en un sobre y lo dejé sobre la mesa. Al amanecer hice mi rutina. Asistí al trabajo pero no pude sacar esas imágenes de mi cabeza. Hice un gran esfuerzo para contener mi ira y tristeza para que nadie notara mi ánimo desubicado.
Al final del día recogí el sobre y me dirigí a ese mismo café donde me habían contactado la primera vez, supongo que me estaban siguiendo pues no habían pasado ni siquiera 15 minutos cuando un tipo se sentó conmigo y me dijo – ¿Lo has pensado mejor? – ni siquiera respondí a eso, solo le entregué el sobre y salí del lugar.

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